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Ecos del recuerdo: simbolismo y significado en la literatura fantástica de Bodoc

11/12/2024


Bodoc, Liliana. Los días del Venado, ed. Norma. Bogotá, Colombia, 2000, 235 pp.

    La primera entrega de la trilogía La saga de los confines escrita por Liliana Bodoc nos sumerge en un mundo fantástico cargado de simbolismo. Los mitos y las leyendas en los que se inspira no son muy ajenos a las historias que nos rodean en Latinoamérica. Confiesa la propia autora en un relato de autoría: “comenzó siendo puro deseo de leer un relato épico y fantástico que hablara parecido a nosotros y tuviera nuestro color de piel”. A través de su mundo, Bodoc construye un universo que refleja tanto la lucha interna de sus personajes como el conflicto entre el bien y el mal. Ambientada en la América precolombina, la historia nos presenta a un grupo de héroes y heroínas que deberá enfrentarse a fuerzas oscuras desconocidas que amenazan su mundo, sus tierras y su existencia. Desde LaRevista, en esta reseña, exploraremos los temas centrales que hacen de esta novela fantástica una verdadera obra maestra, temas como las referencias sobre el antiguo y el nuevo mundo, sus personajes, el mundo fantástico que construye la autora y el tiempo y el espacio en la trama.  

 

  Liliana Bodoc, luego de seis años de trabajo exhaustivo recopilando bibliografía pertinente para la saga (como los diarios de Colón o las cartas de Hernán Cortés), publica no sólo su primera novela sino también su primer libro titulado Los días del Venado. Con el buen recibimiento de esta obra, la autora completó la saga con sus dos libros posteriores: Los días de sombra y Los días del fuego, convirtiéndose en un referente de la literatura fantástica en Argentina y en todo Latinoamérica. 

    El primer libro, del que se ocupa esta reseña, trata sobre las aventuras que viven los habitantes de las extensas Tierras Fértiles al enterarse de la noticia sobre la llegada de unos extranjeros por medio de las lecturas que hacen los Supremos Astrónomos. Esta noticia está llena de dudas, nadie sabe la real intención de los visitantes. Sin embargo, algunos aseguran que lo que traerán será odio, muerte y desolación. Nuestros héroes van hacia la ciudad donde se encuentran los Astrónomos para intentar solucionar el enigma. El libro cuenta con 235 páginas en donde se desarrollan 30 capítulos repartidos en tres partes. La primera parte nos presenta desde el mundo de los husihuilkes, sus costumbres y creencias, hasta la partida del héroe hacia el norte. La segunda parte inicia con los primeros pasos del viaje y algunos encuentros inesperados con los lulus hasta el avance de los sideresios (provenientes de Tierras Antiguas) a las Tierras Fértiles para destruir Beleram. La tercera parte comienza con la escena siguiente: un traidor inesperado mata a un niño de los pueblos del norte que venía a noticiar de las matanzas que estaban ocurriendo en algunos pueblos y termina con la vuelta de los husihuilkes a sus tierras.


  Ahora bien, en lo que respecta a los personajes, podemos empezar caracterizando al conjunto de héroes. Bodoc en su relato de autora nos comenta que sus héroes y heroínas son figuras que siempre van a anteponer lo comunitario a lo personal; lo público a lo privado; son personajes que, aún dudando, actuarán como si estuvieran hechos de una esencia inquebrantable. Para Sagrillo (2011) existe en la saga un sujeto colectivo que hace que las muertes de algunos héroes, como Dulkancellin, sólo sirvan para asentar el sentimiento de empatía con el lector. 

   En este sentido tenemos dos tipos de personajes ya que desde lo retórico, se trabaja con la construcción de antítesis: los buenos y los malos. Por un lado está la familia de Dulkancellin conformada por sus hijos (Kume, Thungr, Kuy-Kuyen, Piukemán y Wilkilén) y por su madre, La Vieja Kush. En este clan también podemos encontrar al brujo Kupuka y a Cucub, que si bien es un total desconocido, luego irá acomodándose a la cultura de la familia hasta hacerse parte de ella casándose con una de sus hijas. Estos personajes viven en armonía como la naturaleza, tienen la belleza propia de su raza y pertenecen a un linaje que cuenta con memoria, saberes no sólo de la tierra sino de su pueblo para seguir subsistiendo. Y lo más importante de todo: son guerreros o provienen de un pueblo de guerreros. 

   A diferencia de nuestros héroes, los sideresios aparecen luego en la trama. Como afirma Jackson (1986) es la otredad que se considera algo alejado del mundo. En principio no es un grupo que tenga personajes individuales y cada uno tenga un rol en la trama. Lo que si se desarrolla más adelante, son los personajes que están a cargo de este grupo enigmático, incierto. Luego aparecen algunos nombres: Leogrós, el capitán de la tripulación y Drimus, el encargado de las tres naves elegido por el mismísimo Misáianes (hijo de la muerte). Se los describe con un aura negra. No son un grupo unido, pues Leogrós tiene resentimiento contra Drimus, pero por el momento nada puede hacer en su contra por el momento. Sagrillo (2011) hace una lista de las cualidades de los sideresios: vasallos, multitud de seres incapaces de cualquier entendimiento, esclavos embrutecidos, despojados del último vestigio de sentido. Frente a la humildad con que interactúan nuestros héroes, los sideresios son egoístas e individuales. 


   Sabiendo que la saga tiene una fuerte referencialidad a los tiempos de la conquista (plasmado por ejemplo en los mapas de la saga donde cada una de las Tierras tiene una similitud con la forma de los continentes), podemos ver los motivos ideológicos que incitaron a que esta saga se escribiera. Como comenta Arán (1999), la literatura fantástica es una ficcionalización y artificialización de los cambios de mentalidad cultural a comienzos del S XVIII y es la misma literatura la que va a ir resolviendo dentro de su “estilística” cuestiones como la desconfianza de valores absolutos. Un valor que podemos ver absolutista es el discurso eurocéntrico que se utilizó por mucho tiempo para justificar lo que Liliana Bodoc llama de un tirón “un genocidio”. La obra está publicada a principios de siglo y como afirma Sagrillo (2011) se puede observar la permanencia de lo cambiante, de la fragilidad e inseguridad en todos los órdenes de la vida. Esa inseguridad está expuesta en los cambios que acontecen en las Tierras Fértiles: “ Los indicios son confusos y en nada cuajan unos con otros. La Magia no encuentra la verdad en medio de tantas nieblas y tinieblas.” (p 45)


 


   También, existe una instancia esencial en donde se presenta este “mundo posible” (Arán, 1999), el mundo conocido por Dulkancellin y su familia que se interrumpe por la aparición de un viajero, Cucub, que trae noticias sobre una anomalía, un viaje que van a realizar extraños desde Tierras Antiguas. En este proceso, a su vez, la autora encuentra un equilibrio muy sólido entre naturaleza y mitología creando una sintopía fantástica (Arán,1999) donde lo natural y lo sobrenatural se manifiestan a la vez, creando en la obra lazos muy similares a los que los pueblos originarios durante siglos y antes de la conquista tuvieron con su entorno y sus recursos naturales. Un ejemplo es cuando la vieja Kush impone su voluntad por ser la primera que escucha la lluvia (p 44).


   Para Arrizabalaga (2011), la saga contiene cronotopías detalladas junto con topografías e historiografías minuciosas sostenidas por recursos paratextuales como mapas, ilustraciones, glosarios y guías. Todo esto ayuda a modelar la trayectoria heroica. También, dan sentido a la fusión entre fantasía y realidad. Pampa Arán (1999) enumera dentro de las características del género fantástico la cualidad de afirmar que toda realidad puede ser pensada como fantástica. Muchos de los paisajes que van variando a través de la saga en este recorrido heróico tienen que ver con paisajes tranquilamente similares a los de una latinoamérica conteniendo la diversidad de flora y fauna cotidiana para el que la habita.  

 


   Este libro es una lectura obligatoria no sólo para los jóvenes estudiantes, sino también para los docentes que buscan acercar la lectura de un clásico del fantástico argentino, como se refieren algunos críticos. La obra de Liliana Bodoc es un puente hacia la reflexión crítica y una invitación a explorar nuestra propia historia a través del mito.

Catalina Appendino

Lic. en Letras - UNSa